Voluntariado

«En esto todos reconoceran que ustedes son mis discipulos: en el amor que se tengan los unos a los otros».
Jn 13,35

¿Qué es el Voluntariado?

El Voluntariado laico es una respuesta generosa a la invitación que Cristo nos hace:

¡Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo! Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber; era forastero y me hospedasteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba preso, y vinisteis a verme (Mt 25,35-36)

Por ello los voluntarios han de ser personas movidas ante todo por el amor a Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo, despertando en ellos el amor al prójimo.

Los voluntarios han de ser personas movidas ante todo por el amor a Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo, con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo. La conciencia de que, en Él, Dios mismo se ha entregado por nosotros hasta la muerte, tiene que llevarnos a vivir, no ya para nosotros mismos, sino para Él y, con Él, para los demás (Benedicto XVI).

Todo voluntario ha de regirse por el himno a la caridad (1 Cor 13). Sin este espíritu toda actuación práctica resulta insuficiente, sin ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo. La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte, así, en un “darse a sí mismo” y este es el modo de servir que hace humilde al que sirve, ya que reconoce que también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo, sino que es pura gracia de Dios.

El voluntario laico ha de pedir cada día tener la fe. El amor es una luz que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar.

Una de las líneas de acción del Proyecto de la Ciudad de la Caridad es la del voluntariado, que puede ser de lo más variado: personas que quieran dedicar un tiempo al servicio exclusivo o parcial, voluntarios ocasionales, etc. Lo importante es que la mayor cantidad posible de personas tome conciencia que debe solidarizarse con quienes necesitan de nuestra caridad.

En el marco de la Ciudad de la Caridad es esencial para cumplir con el fin apostólico de la Familia del Verbo Encarnado, el generar un cambio de mentalidad en los hombres; es decir, que dejen de conducirse mediante los criterios del mundo y comiencen a regirse únicamente por el espíritu de Cristo, que no es otro que la caridad. A eso apunta la “evangelización de la cultura”
“Tengo para mí –escribía Donoso Cortés a Guizot- que el mundo no ha de salvarse únicamente por medio del pensamiento, sino también por medio de la acción puesto que el hombre no piensa sino con el fin de obrar después conforme a lo que ha pensado. Es decir, que el mundo para salvarse tiene necesidad de verdad y de virtud”.
El voluntariado ayuda de manera eminente a lograr el cambio de los corazones, porque la virtud moral, según enseña Santo Tomás, no sólo asegura la bondad de la obra sino que también hace bueno al hombre que la posee: el realizar obras buenas hace bueno al que las desarrolla.

«Las grandes oportunidades para ayudar a los demás rara vez vienen, pero las pequeñas nos rodean todos los días».